Cuándo conectas con las personas, ofreces, das y les aportas valor, pasan cosas como estas.
La semana pasada te hablé sobre el comentario de mi referente: “salta”. Dónde me invitaba a tomar acción sobre una serie de propuestas que hice.
Así pues, me puse en marcha. Desarrollé un poco más el servicio y lo planteé a uno de mis compañeros con habilidades y conocimientos mayores que los míos, y con el horario laboral que creo conveniente para dicho servicio.
La propuesta le pareció fantástica, incluso se implicó ofreciéndome planificaciones y formas de trabajar.
Tras esto, el comentario de mi compañero fue de agradecimiento por contar con él, de motivación por llevar a cabo el nuevo servicio y de alabanzas varias.
Yo no seré quién lleve a cabo el servicio con el cliente, no seré quién tenga el beneficio económico, no seré quién genere la imagen de la empresa en ese servicio concreto; pero tengo algo mayor: el reconocimiento de mi compañero y el saber que podré contar con él en futuras propuestas.
Aún no ha terminado el trabajo, por supuesto. Ahora hay que plantearlo a mi referente (que lo tenemos pendiente… que sé que me lees), planificarlo y lanzar el servicio al cliente. Captar, motivar y rodar el servicio, y poco a poco ir adaptándolo y mejorándolo.
Mi reflexión es: no busques el beneficio, simplemente da sin esperar nada a cambio.